En el cuerpo de la cerámica contemporánea se inscribe una ruta disruptiva para las prácticas artísticas que nos habla más de espesores y de superficies vaporosas que de límites; de nubes y de flujos de fuego más que de geometrías acotadas; y de profundidades más que de planimetrías.
El poder de la cerámica está unida a la anatomía del fuego y esto le otorga una singularidad que se refleja en el espacio de las formas y en la libertad de la materia. Recubrimiento, membrana y piel dan cuenta de la masa transfigurada y tangible del pensamiento visual que opera como lenguaje concreto y abstracto y transita hacia lo poético y plástico. Se trata de un recorrido por figuras sinuosas, de mareas geométricas hacia gráficos cartesianos, a sólidos platónicos y poliedros regulares re-interpretados a través de una mirada fresca que sintetiza la forma y es el punto de partida del diseño cerámico.